Situada en un antiguo y amplio vado del rio Caelector.
En la zona más antigua de la ciudad se encuentra la Ermita de Sanct Aericus, el fundador y patrón de la ciudad.
Según la tradición allí ocurrió el milagro del que toma el emblema esta ciudad, “el Ciervo con astas de ramas de roble”.
En este punto de la orilla occidental, se estableció también la fortaleza primitiva, desde donde fue creciendo y extendiéndose la cuidad.
La Naturaleza y la urbe se compenetran más bien por la fuerza que por acción del hombre, donde lenguas del río atraviesan a placer calles y plazas, y los arboles crecen con libertad.
Las anchas murallas están construidas con rudeza, adaptándose al terreno, siendo a veces inmensas rocas, otras muros desgastados y mil veces reforzados. En algunos puntos, los arboles crecen ente las pesadas piedras de los viejos muros.
La antigua calzada cruza el río y atraviesa la ciudad, donde el río es increíblemente ancho y poco profundo, dejando a la vista inmensas piedras y pequeñas islas.
A merced de las aguas del río se encuentra el barrio más humilde de Hirzfort, situado al sur de las murallas, es testigo de cómo el río se despide de la ciudad arrastrando con él las penas, miserias y también la porquería.
Las viviendas allí, están construidas en su mayoría a ras del río, muchas veces sobre el agua, elevadas sobre postes o amarradas a árboles o rocas.
En contraste, en el centro de la ciudad, donde las grandes mansiones son de sólida piedra y existen bellas plazas con fuentes y grandes calles, dotadas a veces de pequeños canales para guiar los caprichos del río.
La ciudad convive con vegetación y antiguos árboles, ya que son los auténticos cimientos, ayudando a sustentar viviendas y creando este maravilloso y atípico paisaje urbano.